«El legado de Tolkien»
Guión original del documental.

John Ronald Reuel Tolkien, un hasta cierto punto anónimo profesor de la universidad de Oxford, probablemente hoy sería completamente desconocido si no hubiera creado un universo literario épico y mitológico al tiempo.

En la Tierra Media, su mundo inventado más conocido, se desarrollan sus principales obras: El Señor de los Anillos, El Hobbit o El Silmarillion.  Es, sin duda, un lugar imaginario reflejo de nuestro mundo: del convulso siglo XX del que Tolkien fue testigo. Pero también se trata de una creación que enlaza con nuestro pasado, con nuestras raíces y con las gestas y tradiciones que han ido tejiendo la cultura europea y en gran medida, la universal.

La obra de Tolkien es comprometida y coherente consigo misma y recupera el mito y la fantasía para los lectores en una época, como la actual, tan apegada a la realidad. Desde su tumba en el cementerio de Wolvercote en Oxford, donde yace desde 1973, Tolkien sigue reivindicado su obra y su concepción mítica. Descansa junto a su esposa y en su lápida figuran sus nombres y los de los personajes del Silmarilion cuyas personalidades asumieron: Beren y Luthien.

Pero ¿quiénes eran Beren y Luthien? ¿a qué evocadores lugares nos dirigen? ¿a qué  compañías nos conducen? ....

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Tolkien alcanzó la envidiable edad de 81 años, muchos de los cuales transcurrieron en el apacible entorno de la universidad de Oxford, primero como alumno y posteriormente como profesor de lengua y literatura.

Nacido el 3 de Enero de 1892, su infancia, marcada por su temprana orfandad (primero murió su padre y pocos años después su madre) está íntimamente ligada a la campiña inglesa, en particular a la pequeña aldea de Sarehole, cercana a la ciudad de Birmingham en la que compartió los últimos años de su madre y donde desarrolló sus primeros juegos y su mente infantil comenzó a imaginar mundos fantásticos en los cercanos bosques que aun hoy se conservan.

A la muerte de su madre un sacerdote español que vivía en Birmingham y que les había ayudado durante la enfermedad de ésta, se convirtió en su tutor. Se trataba del padre Francisco Javier Morgan Osborne, nacido en El Puerto de Santa Maria, en Cádiz. La figura del padre Morgan que estaba adscrito al Oratorio de Birmingham fue muy importante para Tolkien. Su carácter afable, típicamente andaluz, fue una importante influencia en el desarrollo de su personalidad y su ayuda económica resultó fundamental para que Tolkien consiguiera llegar a estudiar en Oxford.

Oxford fue el lugar donde Tolkien donde encontró su vocación en el terreno de la filología y la literatura clásica y medieval. Primero destacó como alumno y años después, ya convertido en profesor y asentado en la vida familiar, se dedicó a la investigación y la docencia,


Su vida y la ciudad de Oxford, con sus calles salpicadas de colleges y edificios medievales y renacentistas estarían íntimamente unidas. De hecho, con excepción de unos breves periodos, prácticamente pasó en Oxford casi toda su vida adulta,  lugar en el que habitó en una decena de casas distintas y donde, a nivel académico, pasó por todos los grados hasta obtener un doctorado honoris causa hacia el final de su vida.

En su biografía apenas hay elementos llamativos ni aventuras como las que vivieron sus personajes aunque no es ajena a la época en que le tocó vivir. Quizás uno de sus puntos más trascendentes los últimos años de su formación en Oxford que coincidieron con la Primera Guerra Mundial.

La perspectiva de la guerra supuso un cambio en su vida, pues poco antes de partir se casó con Edith Bratt junto a la que disfrutó de una larga y apacible vida una vez superado el conflicto.

Durante la contienda participó en la batalla del Somme, una de las más trágicas y sangrientas de toda la guerra. No fue herido de gravedad pero tras unos terribles meses en el frente fue licenciado al caer enfermo de "fiebre de las trincheras". En esta época comenzó a escribir El Silmarilion la obra épica e intensamente personal en la que Tolkien trabajó a lo largo de toda su vida y que no llegaría a ver publicada, pues no fue editada hasta cuatro años después de su muerte.

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Al margen de labor académica que desarrolló en Oxford desde los años 20, Tolkien empleó muchas de  sus energías con diversos clubs literarios y de debate, entre los que destaca The Inklings, una especie de asociación literaria en el que sus miembros se reunían para leer y criticar sus propios trabajos. Las reuniones de este grupo se solían celebrar en un reservado de algún pub típico de Oxford como el Eagle & Child que aun hoy conserva algunos recuerdos de estos encuentros.

A este grupo pertenecían, además de Tolkien otros intelectuales ligados a la vida cultural de Oxford como Clive Staples Lewis, también medievalista y escritor (con quien le uniría una profunda amistad, reflejada en las obras de ambos) Charles Williams o Hugo Dyson.

Ellos fueron los primeros que escucharon El Hobbit, un cuento para niños que publicó a finales de los años 30. Resultó ser un libro de notable éxito entre el público infantil y la editorial le pidió a Tolkien una continuación.

Tolkien comenzó algo más que una historia para niños y se embarcó en el desarrollo de una ambiciosa novela en la que el mundo descrito en El Hobbit y la mitología del Silmarillion, empezaron a fundirse. Esta obra le ocupó largo tiempo y fue creciendo desmesuradamente durante largos años.

Cuando la concluyó Tolkien tenía ante si una extensa obra que había titulado El Señor de los Anillos. Al tiempo relato épico y de iniciación, se trata de un homenaje a la epopeya sin necesidad de alegorías que narra el viaje de un grupo de seres de diversas razas que pretenden la destrucción del anillo que otorga el poder de dominar la Tierra Media a Sauron, el Señor Oscuro.

La obra tuvo de inmediato una acogida que superó las expectativas más optimistas. El Señor de los Anillos poseía algo que la distinguía del resto de las novelas de su época. Tal vez el origen de ese factor especial habría que buscarlo en la interpretación de uno de sus relatos cortos más personales, Hoja de Niggle que trata simbólicamente de la naturaleza de la fantasía y del autor que la crea.

En Hoja de Niggle, un pintor se propone pintar una hoja de árbol en el viento, pero lo hace con tanto detalle y realismo que se ve obligado a continuar por la rama, el tronco y el resto de ramas y hojas, hasta que el árbol crece y lo invade todo; entonces, entre sus ramas aparece un paisaje que el pintor jamás había imaginado.

Esto enlaza con lo que afirman muchos críticos que señalan como en la obra de Tolkien existe un elemento recurrente: el misterio de la muerte con el telón de fondo de un misterio aún mayor, el de la existencia. Su principal creación, los Elfos, son seres inmortales ligados al mundo, y por eso su existencia está impregnada de una profunda melancolía inherente a su propia naturaleza.

En todo caso, El Señor de los Anillos ha sido traducido a los principales idiomas europeos y mundiales, y Tolkien y su obra han adquirido una notoria celebridad que ha ido perdurando a lo largo del tiempo. El éxito de Tolkien no ha sido un hecho puntual o circunscrito a una circunstancia como una exitosa adaptación cinematográfica.

El Señor de los Anillos puede presumir de haber sido escogido como el mejor libro del siglo XX según varias encuestas entre las que destaca especialmente la realizada en 1997 por la BBC. Pero además ha sido considerada una de las cien obras de arte que definen el siglo, una obra de arte que a su vez ha propiciado la creación de otros muchos artistas.

De hecho, ésa era la intención del propio Tolkien: crear un universo abierto para que otros autores se implicaran en él con sus ilustraciones, su música o sus escritos.

Es a consecuencia de todo esto que, primero en las naciones anglosajonas y paulatinamente el resto de países en los que la obra fue publicada comenzaron a surgir asociaciones de aficionados que buscaban obtener un mayor disfrute de la obra de Tolkien a través del contacto entre ellos. Son las denominadas Sociedades Tolkien.

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La Sociedad Tolkien Española, fue fundada en 1991, y a semejanza de las Sociedades Tolkien de otros países, es una agrupación formada por un gran número de entusiastas y estudiosos de la obra de este escritor que, es obligado señalar, va mucho más allá de sus libros más conocidos como El Hobbit o El Señor de los Anillos. Se trata de una organización abierta y con múltiples objetivos pues sus miembros se interesan por aspectos muy distintos: de lo puramente literario a lo específicamente filológico, de la poesía a la pintura, la filosofía, la historia o cualquiera de los múltiples aspectos que aparecen en la obra de John Ronald Reuel Tolkien.

La presencia de la Sociedad Tolkien Española en diversos medios públicos y en particular en la vida cultural del país ha sido amplia y fructífera por lo que es imposible enumerar de forma exhaustiva todas sus actuaciones. Por destacar algunas de las más orientadas al gran público se puede mencionar su participación a nivel de asesoramiento en varios programas de televisión, por ejemplo en concursos de temas culturales, aunque en este ámbito también merece una mención la colaboración con Aurum, la distribuidora de la pelicula de El Señor de los Anillos, en diversos temas relativos al doblaje de la misma.

La universidad destaca como el lugar de mayor desarrollo de eventos públicos llevados a cabo. Se trata de una consecuencia lógica dada la innegable unión entre Tolkien y el mundo académico y por ende de la vocación cultural de la Sociedad Tolkien Española. Así, en multitud de universidades de todo el país, la Sociedad Tolkien Española, en colaboración con las autoridades académicas de cada una de ellas, ha desarrollado conferencias, seminarios e incluso cursos con reconocimiento curricular, como el celebrado en la Universidad Autónoma de Barcelona.

El funcionamiento de la asociación se organiza (al igual que muchas otras Sociedades Tolkien) a partir de smiales (es decir, agujeros hobbits), que son las delegaciones locales de la misma y que están repartidas por todo el territorio nacional. Los smiales organizan sus propias activida­des, y funcionan de manera autónoma aunque coordinados dentro de la estructura de la Sociedad Tolkien Española.

Con frecuencia los smiales organizan actos para toda la Sociedad Tolkien Española como son la EstelCon y las Merith, palabra rescatada del universo de Tolkien y que viene a significar fiesta o reunión. Se trata de eventos que organizan los smiales, abiertos a los miembros de la asociación pero también al público en general y cuyos actos son muy variados.

La EstelCon es la convención anual de los socios que cada año organiza un smial diferente. Se trata de un gran acontecimiento en el que la afición a Tolkien y a sus obras literarias lo llena todo. En cada EstelCon se desarrollan multitud de actividades en una armoniosa unión entre las más eruditas y las de carácter marcadamente lúdico. Así, mesas redondas, conferencias o talleres lingüísticos se mezclan con disfraces, canciones o representaciones teatrales.

La Sociedad Tolkien Española edita una revista oficial llamada Estel. Estel es una palabra élfica que significa esperanza y es también el nombre que toma la revista dedi­cada al estudio de la obra de J.R.R. Tolkien que se edita trimestralmente. En ella se publican escritos y colaboraciones de los socios, generalmente trabajos especializados y de alto nivel. De hecho se intercambia con las publicaciones de otros grupos especializados en Tolkien del resto del mundo y ha recibido generosos halagos en multitud de ocasiones.

Igualmente, la Sociedad Tolkien Española convoca anualmente unos premios literarios que cada vez alcanzan un mayor prestigio: los premios Gandalf. Gandalf es unos de los personajes más destacados de El Señor de los Anillos y su figura ha sido la elegida para reconocer y premiar los mejores relatos ambientados en el universo creado por Tolkien.

Se trata, en fin, de una asociación peculiar en nuestro país: una agrupación cultural interesada por la literatura y sustentada por sus asociados que se unen gracias a la fuerza creativa de la obra de J.R.R. Tolkien.

Sin duda, un universo literario en el que destaca la hondura de su visión y, en igual medida, la calidad de su mundo imaginario, elementos que convierten a sus creaciones en textos universales.


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Puede que Beren nos haya dejado, pero su mundo sigue entre nosotros. Los que han disfrutado las obras de Tolkien son, en cierto modo, cómplices de ello y, de alguna manera, la pasión que han despertado las historias de un viejo profesor de lenguas antiguas nos permite seguir contemplando las Tierras Imperecederas, donde por siempre moran los Elfos.